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Serpiente humo
Me gusta estropear tu vestido blanco, ajuar de novia, tu peinado y el ramo de azahares que nace entre tus manos. Me
gustan tus caricias extendidas a través del hilo que llega a mí por la ventana, una voz que se prolonga desde las diez de
la noche hasta ahora cuando el sol asoma. Ausente tu marido y ajeno a nuestro amor que sólo se extasía por medio de la línea
telefónica.
Delgada voz con bosquejos de actos olvidados, hechos que recordamos hoy sin estrechar de manos o palpar estos diez
años de ausencia. Me gustan los “...te quiero...” por el agotado repiquetear que persiste con su mofa en el silencio,
que no contesta un saludo cuando Carlos, tu dueño, regresa de viaje y prohíbe charlar contigo o permanecer a tu lado bajo
las sábanas.
Aquí en la soledad, una caricia me acompaña, fugaz, un trotar de manos por tu cuerpo inclinado que quiere despertar
mi deseo, frotar sin conseguir aproximarte, más que en ese recuerdo de voces apesadumbradas, molestos o sonrientes en la imagen
que el pasado evoca, en la figura de los jóvenes que dejamos en la escuela, años atrás.
Aquí de pie, tu sombra está conmigo, atado a este hilo de voz desde donde te escucho decir “...te extraño...
eres un... sabes...” y callas para no anticipar el hecho, el acto que tarda en llegar hasta la penumbra de la sala desierta,
sitio en el que no puede Carlos escuchar tu voz al nombrarme. En silencio, con la bata hasta la cintura o sobre el piso, abrazando
el calor tu cuerpo, disfrutando el placer sólo en tu voz que nos une a las tres, cuatro horas de un amanecer distinto al de
ayer cuando nos extraviamos en un oleaje de extraños, pero que nos acercaron a la orilla del alba y despertarnos haciendo
el amor.
Que importa lo que piensen de ti por llamar cada noche pretextando haber localizado mi nombre entre las páginas del
libro que olvidaste destruir o no quisiste tirar porque encerraba nuestra historia. Y es ahí en donde el juramento de amor
hacia tu marido y tu firma te miran reprochando silencio, ocultar la verdad, esconder la nota en que me indicas el momento
propicio para estar a solas.
En dónde estás ahora, punzante hilo de voz que al repiquetear trasmite un beso. Sale, corre, cruza la puerta, recorre
las calles y altera luces rojas en cada esquina. Al llegar al sitio en que habito, so pretexto de haber olvidado algo, entra
y revuelve trozos de recuerdos, calles conocidas, nombres, el instante oportuno para estar contigo cuando se encuentre de
nuevo ausente tu marido.
En la sala de espera tu paciencia, cortina de estrellas en la penumbra, mórbido ladrar de perros que observan tu bata,
voluptuosa sobre tu cuerpo, caricia que recorre tus formas mientras palpa y busca tu sexo que yo olvidaré al despertar.
Y en tanto te beso, floto en el lecho, en el hilo que me acerca a ti desde las diez de la noche, en cada ocasión distinta
noche para no matar el deseo de volvernos a encontrar. Plan de una visita que se cierne entre los dos, en un sitio distinto
para no despertar murmullos, sospechas, suspiros tuyos o palabras “...hazlo despacio... ausenta el dolor... de prisa...
de prisa...” y tu desnudez que flota o repta sobre la cama, tragados por la penumbra de la sala desde donde me llamas.
Bata arrojada contra el piso, acariciando sueños. La mirada entre tus piernas, atento a la sombra que el sol vuelve más negra.
Rechazo de bostezos: nada más de que hablar y mucho menos para recordarte. Las imágenes duermen en cama diez años hace
sin línea
sin voz
ni penumbra
ni estrellas
sin sexo onírico
sin ladrar de perros
ni beso
ni acto Sin todas estas cosas que invento
porque jamás nos conocimos.
fotografia-arte digital: Charles Smith .
Juan Carlos Galván Vela. (Pueblo Nuevo, Gto. México
1960) Periodista, Narrador y Poeta, Docente. Fue Becario de la Universidad Quetzalcoatl en Irapuato durante el periodo 2002-2003.
Premio Nacional de Cuento “Francisco J. Mújica” 1988. Obtuvo el Premio al Mérito Periodístico “José Pagés
Llergo 1999” por su trayectoria.. Reconocido como Periodista del Año 1999 por la Universidad Quetzalcoatl. Cuenta en con los poemarios Puerto de Águilas, Horizontes, El Desierto del Mar,
y prepara Donde Flores la Soledad;
en narrativa tiene la novela Silencio, y dos volúmenes de cuentos: La noche creció en el tecolote, e Itinerario
de la desolación. Reunió dos libros de motivación personal, cuyo título es Mapa del tesoro que guardé para mis hijos,
y una recopilación de sus mejores textos periodísticos. Durante veintiún años de periodismo, acumuló veintiún preseas diversas, menciones honoríficas,
premios por cuento, crónica, entrevista, poesía, leyenda, ensayo, tanto en periodismo como en literatura. Hoy
en día, sus textos literarios se difunden en portales de España, Perú, Argentina y México.
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